Por un momento se apoderó de mi la sensación de que mi trabajo, mi visión, me destruirían, y durante un instante me permití una mirada sobre mí mismo que de otra forma, por instinto, por principio, por una cuestión de supervivencia, no consentiría jamás: una mirada nacida de la curiosidad más bien material sobre si mi visión no me habría destruido ya.
Me tranquilizó saber que aún respiraba.
Werner Herzog.
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